Las gentes del fútbol son quizás el mayor escaparate social de una ciudad, pueblo, ó región. Los hay como gustos existen en el mundo. Pero si algo les caracteriza, es su capacidad de sacrificio, su pasión casi desmedida a unos colores, su sapiencia futbolística, su carisma en la grada.
Es el ejemplo de aquel aficionado que luchaba contra viento y marea, en el fondo norte del Nuevo Los Carmenes. Para un joven aficionado de 15 años como los que yo contaba por aquel entonces, aquel señor le levantaba risas más o menos grandes, a medio camino entre la vergüenza ajena, y la tristeza que le daba aquel hombre que vociferaba al aire sus cánticos de ánimo para el Granada CF de sus amores. Se quedaba sólo. Nadie le seguía. Pero insistía. Su camiseta, rojiblanca curtida en mil batallas, aquella que vio perder una fría noche de febrero a su equipo en el viejo Ramón de Carranza, la que estuvo en Burgos sufriendo un empate en aquella liguilla de ascenso a 2ª que mejor habría que olvidar. Un grupo de aficionados que se sentaba en misma fila le puso el ‘mote’ de Ochaíta, más por sorna que por respeto.
Su día de gloria llegó, no me acuerdo ni del día ni del partido. Tímido, se arrancó: “Cuando era chiquitito, cuando era chiquitito mi madre me apuntó…” Aquel día llevaba más viva que de costumbre su ahogada voz. El tabaco mortífero. Todos nos giramos a mirarle y algunos, por la propia inercia de haber escuchado tantas tardes el mismo estribillo, repetimos junto a él. La primera vez, con dudas, la segunda, a pleno pulmón. Aquella fue la primera y última vez que le acompañamos. Luego, volvió el sólo a su lucha por su equipo y por sus nervios.
Cuando el Granada bajó a 3ª y, poco después, entré en la prensa, le perdí la pista. Pero siempre sabía donde estaba. Su voz podía gritar ya poco, por eso se hizo con una trompetilla que emitía un sonido parecido al de un pito de carnaval, para hacer saber que seguía ahí.
Este es Fali, que ahora se debate entre la vida y la muerte. Alguien que vive su granadinismo desde muy dentro, que por él no iba a ser que el equipo perdiera. Se dejaba la garganta como su entrenador, andaba por el estadio sin parar puesto que sus nervios no le dejaban, y terminaba haciendo casi los mismos kilómetros que lo jugadores.
Este es un homenaje a las gentes del fútbol, a las personas que aportan su pequeño grano de arena al balompié, de esas personas por las que un estadio no sería el mismo. Hay un ‘Fali’ en Madrid, en Sevilla, en Palma de Mallorca, en Oviedo, en Valladolid, en Logroño, en Valencia. Son las gentes del fútbol. Aquellos que no hacen mucho ruido cuando están, pero que hacen más ruido si no lo están.
PD1: dedicado a Fali. Se tan fuerte como el amor a tu Granada CF. Los Carmenes quiere volver a oírte.
Es el ejemplo de aquel aficionado que luchaba contra viento y marea, en el fondo norte del Nuevo Los Carmenes. Para un joven aficionado de 15 años como los que yo contaba por aquel entonces, aquel señor le levantaba risas más o menos grandes, a medio camino entre la vergüenza ajena, y la tristeza que le daba aquel hombre que vociferaba al aire sus cánticos de ánimo para el Granada CF de sus amores. Se quedaba sólo. Nadie le seguía. Pero insistía. Su camiseta, rojiblanca curtida en mil batallas, aquella que vio perder una fría noche de febrero a su equipo en el viejo Ramón de Carranza, la que estuvo en Burgos sufriendo un empate en aquella liguilla de ascenso a 2ª que mejor habría que olvidar. Un grupo de aficionados que se sentaba en misma fila le puso el ‘mote’ de Ochaíta, más por sorna que por respeto.
Su día de gloria llegó, no me acuerdo ni del día ni del partido. Tímido, se arrancó: “Cuando era chiquitito, cuando era chiquitito mi madre me apuntó…” Aquel día llevaba más viva que de costumbre su ahogada voz. El tabaco mortífero. Todos nos giramos a mirarle y algunos, por la propia inercia de haber escuchado tantas tardes el mismo estribillo, repetimos junto a él. La primera vez, con dudas, la segunda, a pleno pulmón. Aquella fue la primera y última vez que le acompañamos. Luego, volvió el sólo a su lucha por su equipo y por sus nervios.
Cuando el Granada bajó a 3ª y, poco después, entré en la prensa, le perdí la pista. Pero siempre sabía donde estaba. Su voz podía gritar ya poco, por eso se hizo con una trompetilla que emitía un sonido parecido al de un pito de carnaval, para hacer saber que seguía ahí.
Este es Fali, que ahora se debate entre la vida y la muerte. Alguien que vive su granadinismo desde muy dentro, que por él no iba a ser que el equipo perdiera. Se dejaba la garganta como su entrenador, andaba por el estadio sin parar puesto que sus nervios no le dejaban, y terminaba haciendo casi los mismos kilómetros que lo jugadores.
Este es un homenaje a las gentes del fútbol, a las personas que aportan su pequeño grano de arena al balompié, de esas personas por las que un estadio no sería el mismo. Hay un ‘Fali’ en Madrid, en Sevilla, en Palma de Mallorca, en Oviedo, en Valladolid, en Logroño, en Valencia. Son las gentes del fútbol. Aquellos que no hacen mucho ruido cuando están, pero que hacen más ruido si no lo están.
PD1: dedicado a Fali. Se tan fuerte como el amor a tu Granada CF. Los Carmenes quiere volver a oírte.
PD2: podéis leerlo también en www.zonamixta.es
FOTO: Fali, en plena faena (J.J. Medina, www.granadaenjuego.com)